¿Influyen los malos hábitos orales en las alteraciones del habla?
POR ALEXANDRO L. HUANCA
El hábito es una conducta adquirida que se repite sistemáticamente a lo largo del tiempo. Esta conducta inicialmente se realiza de forma consciente, sin embargo, progresivamente se vuelve inconsciente. Un mal hábito oral, es cualquier conducta nociva que atente no solo contra la salud de las estructuras y funciones orofaciales, sino también con la calidad de vida del individuo. El mantenimiento de esta conducta generará o acentuará desequilibrios en las fuerzas de los músculos que podrán producir alteraciones del habla. La acción deformadora que causa el desequilibrio entre las fuerzas depende de 3 factores muy importantes que son: la edad en que comienza el mal hábito, el tiempo de duración y la frecuencia con que se realiza. De esta forma, mientras menos sea el tiempo de exposición, menor será el daño ocasionado.
Succión del dedo: el niño se introduce el dedo en la boca, por lo general el pulgar. Este es un hábito que puede provocar alteraciones del habla y que debería desaparecer en el niño a los 3 años aproximadamente, debido a que a esa edad ya están todos los dientes de leche en boca y puede desarrollarse una mala oclusión dental. Si se deja de chupar el dedo a esta edad, las alteraciones mínimas se pueden resolver de forma espontánea. De lo contrario, se puede desarrollar una mala mordida y deformaciones en la posición de los dientes, así como también dificultades posturales de la mandíbula.
Desde las teorías psicológicas se plantean la hipótesis que es el resultado de la ausencia de contacto corporal y emocional, después de los tres años puede considerarse sintomática: una manifestación de angustia y ansiedad. Constituye una actividad autoerótica con la que el niño busca reaseguramiento a la vez que expresa su necesidad de contacto corporal y emocional. En general, estos niños retraídos que se sienten desamparados necesitan más contención emocional de su familia que otros. La succión continua expresa inconscientemente para el niño, la vivencia de aquello que se ha tenido y se ha perdido en épocas tempranas (primeros meses de vida), como la continuidad con el vínculo materno, afecto, seguridad, cuidado, etc. Es una manera de defenderse frente a la irrupción de ansiedades tempranas derivadas de la separación con su madre o sustituto o de la presencia de problemas familiares.
Respiración oral-bucal: se da frecuentemente en niños que presentan insuficiencia respiratoria nasal y buscan respirar por la boca. El niño para poder respirar, abre la boca, desciende su lengua produce una posterorotación de la mandíbula para poder conseguir aire. Se suelen caracterizar por tener paladar ojival (alto y estrecho), maxilares inferiores estrechos así como también dificultades en su mordida y dientes. A estos pacientes se los debe tratar de forma multidisciplinar, con la participación de profesionales como otorrino, pediatra, ortodoncista y odontopediatra. Es importante el diagnostico precoz para evitar alteraciones del habla, estéticas, dentales y maxilares, funcionales y psíquicas.
La respiración oral solo interviene en los momentos de esfuerzo físico donde el paso del aire por las fosas nasales no es suficiente, o cuando hay alguna infección respiratoria transitoria.
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